lunes, 31 de agosto de 2015

Comunidad

Cuando Dios creo al hombre, a su imagen y semejanza, lo está haciendo para que viva en comunidad de amor; la primera comunidad de amor: el matrimonio (primera pero no la única). Dios fue creando a través de la historia diversas comunidades de amor, una de ellas la iglesia como por lo tanto también las pequeñas comunidades que la conforman.

¿Que es comunidad? (definición)
Una comunidad es un grupo de seres humanos que tienen ciertos elementos en común, tales como el idioma, costumbres, valores, tareas, visión del mundo, edad, ubicación geográfica (un barrio, por ejemplo), estatus social o roles. Por lo general, en una comunidad se crea una identidad común, mediante la diferenciación de otros grupos o comunidades (generalmente por signos o acciones), que es compartida y elaborada entre sus integrantes y socializada. Generalmente, una comunidad se une bajo la necesidad o mejora de un objetivo en común, como puede ser el bien común; si bien esto no es algo necesario, basta una identidad común para conformar una comunidad sin la necesidad de un objetivo específico. También se llama comunidad a un conjunto de animales (o de cualquier otro tipo de vida) que comparten ciertos elementos.

El verdadero fundamento de la comunidad es el amor sobrenatural. La comunidad no puede ser una simple reunión de conocidos o amigos, sino un conjunto de personas que desean amarse en Cristo y por Cristo.
No es fácil hacer unidad, aunque es hermoso vivir en unidad. No es fácil construir la unidad, aunque Cristo murió para que se viva en unidad. Su ayuda, por lo tanto, no puede faltarnos.

Es fundamental que cada uno de nosotros entienda perfectamente lo que es construir en torno a Cristo una comunidad. Antes que nada, hay que saber que no existe una obligación de ley para integrar una comunidad, pero si moral, porque la Fe no se puede vivir de modo aislado, además, es imprescindible crear climas que favorezcan el cultivo de los valores familiares, tan atacados en los tiempos que nos tocan vivir, no todos los entienden. Hay que respetar procesos con mucha paciencia, y fundamentalmente presentando una comunidad atractiva que invite a integrarla. Por supuesto, que al no pertenecer de modo activo a la vida comunitaria se va perdiendo poco a poco el espíritu de la Obra.

La comunidad en cristo se construye en torno a Él, no por meras motivaciones humanas. Solo en Él y por Él se realizaran comunidades sólidas, en las que todos los miembros se sientan integrados y amados.
Pero, debemos saber, que esta solidez necesita del crecimiento personal y del comunitario. 
Quien crece en amor y en sabiduría en la comunidad, hace crecer a toda la comunidad. Graficándolo, si colocamos un pañuelo extendido sobre una mesa y lo tomamos de una punta al levantar la mano la punta se va elevando, y tras de ella el resto del pañuelo. Así, quien crece, hace crecer la comunidad. Cada uno de los miembros de la comunidad es responsable de su propio crecimiento y el de toda la comunidad. Hay quienes al hablar de la comunidad lo hacen en tercera persona, como si estuvieran parados en la vereda de en frente. Todos y cada uno hace la comunidad.
 Demosno plenamente a la comunidad. La comunidad solo puede dar lo que cada uno aporte.

A continuación vamos a enumerar las buenas actitudes para poder formar una comunidad, y luego se nombraran las actitudes que pueden ser muy peligrosas para el crecimiento de la misma.

Sinceridad.
“Viviendo en la verdadera y en el amor, crezcamos plenamente, unidos a Cristo”. En muchas oportunidades, por falta a la verdad, una comunidad no crece. No hay coraje para presentar un tema determinado, existe miedo a las susceptibilidades, se busca no complicar las cosas, hay resignación y no se habla el problema que puede surgir. La superficialidad ocupa su espacio, se produce un ambiente viciado, aparecen secretos y se multiplican chismes.

Franqueza.
No significa expresar verdades subjetivas, sino desde el amor buscar entre todos la verdad de modo permanente.
La franqueza no es licencia para decir lo que a uno se le antoja, dondequiera, cuando quiera. Las palabras irreflexivas dejan cicatrices profundas.

Humildad.
La mejor ropa para la construcción de una hermosa comunidad es la humildad. Nada destruye la comunión tan rápido como la arrogancia, la autocomplacencia y el orgullo empedernido. El orgullo construye murallas entre las personas, en cambio la humildad genera puentes, tiende lazos de unidad. El orgullo no da espacio ni a Dios, ni al hermano. La humildad no es creer que uno es menos, sino concentrarse menos en sí mismo, y pensar más en los demás. Las personas humildes se concentran tanto en el servicio a los demás, que se olvidan de sí mismos.

Cortesía.
Ser amable, corteses, consiste en ser considerados con las diferencias de los otros miembros de la comunidad, respetuosos con los sentimientos de otras personas, y tolerantes con los que son más difíciles. En toda comunidad, siempre hay alguien más difícil, o tal vez, más de uno. Estas personas necesitan una ayuda diferente, una gracia especial, un cariño extraordinario. Son una oportunidad para el crecimiento.

Sigilo y confianza.
Los miembros de una comunidad necesitan ser aceptados afectuosamente, poder compartir su intimidad es un ámbito de confianza, sabiendo que lo que se comparte dentro de la comunidad no sale fuera, con verdadero espíritu de respeto y sigilo. La confianza se genera en una comunidad en la que no se generen chismes. “el hombre perverso siembra discordias, y el calumniador separa amigos”. Los chismes provocan sufrimiento y divisiones, y destruyen la comunión. Es señal de madurez, de parte de los miembros de una comunidad, la sensatez, la confiabilidad, el ser sigiloso, el saber callar cuando hay que callar y saber hablar cuando hay que hablar.
El sigilo es muy importante. Es saber guardar en el corazón lo confiado en la reunión comunitaria, o en el contacto personal. La falta de sigilo, no solo es una grave imprudencia, sino que, además, genera desconfianza en la relación entre los miembros de la comunidad, impidiendo que cada uno pueda abrir su corazón plenamente comenzando a sentirse incómodo.

 Trato frecuente.
Para construir una comunión genuina, madura y duradera, es necesario que exista trato frecuente. Cultivar la vida en comunidad exige tiempo. Hay que pasar tiempo juntos, para construir relaciones sólidas. Una comunidad no se construye en base a “cuando podamos”, sino con la profunda convicción que la comunidad es sumamente necesaria para el crecimiento de la fe, el apoyo mutuo -bastón los unos con los otros-, la salud espiritual. Es importante la reunión bastón para dialogar, pero también es importante reunirnos para orar juntos, formarnos, organizar la misión evangelizadora. Para tener comunión hay q invertir tiempo, requisito indispensable para la vida matrimonial, el cultivo de la amistad, la construcción de la comunidad.

Subrayar lo que se tiene en común, no las diferencias.
Dios hizo a cada uno diferente. Desde el nacimiento se distingue cada ser humano una personalidad, un carácter, capacidades determinadas.se crece con un trasfondo familiar concreto, una cultura que modeló en varias faceras, una educación que marco. Por eso, es importante tener en cuenta que Dios quiere la unidad, no la informalidad.
La división surge cuando se enfoca la diferencia, en cambio la unidad se logra, cuando se concentra en el amor y en el cumplir la voluntad de Dios.

Ser objetivo en la relación entre expectativas y realidad.
Ser realistas. Es fácil desanimarse por la distancia entre el ideal y la realidad de una comunidad. Sin embargo, se debe amar con pasión la comunidad pese a sus imperfecciones. Quien anhela lo ideal mientras critica lo real, está mostrando una señal de inmadurez. Todos los miembros de una comunidad son pecadores. Por otro lado, conformarse con la realidad sin luchar por el ideal, es señal de complacencia. La persona madura convive con esta tensión. Siempre alguien nos defraudara o decepcionara, pero esto no es excusa para no tener comunión con él. “con humildad y paciencia, sopórtense mutuamente por amor” quien ama más el ideal de la comunidad que a la comunidad real, se convierte en destructora de ella.

Tomar la decisión de animar antes que criticar.
La palabra de Dios es muy clara en este sentido, insiste mucho en la importancia de no criticar a los miembros de la comunidad, ni compararlos ni juzgarlos. Siempre debemos alentar a los demás con palabras que animan, que edifican, jamás derrumbarlos con críticas destructivas.


Negarse a escuchar chismes, mucho más a repetirlos.
¿Qué es un chisme?
Es divulgar una información cuando uno no es parte del problema, ni de la solución. Esto es grave, pero tampoco se debe escucharlos si se quiere proteger a la comunidad. Escuchar los chismes es como aceptar algo robado, convirtiéndolo a uno, también en culpable del delito. ¿Qué hacer ante alguien que desea contar un tema del ausente? Responder con valentía: “no necesito saber eso”. Las personas que cuentan chismes, también hablan mal de ti.
¿Qué derecho tenemos de ventilar los problemas, pecados o intimidades de nuestros hermanos? Acaso ¿tiene, quien escucha, la solución al problema? Y si no tiene la solución del problema, ¿Qué sentido tiene involucrarlo con elementos negativos o que desparraman negatividades, que no son de Dios?


Usar el método de la palabra de Dios ante los conflictos.
Cuando se descubre la falla del hermano, hay que conversar con él; si no reacciona de modo positivo, y su falta influye en la comunidad, se debe llamar a dos miembros de la comunidad y dialogar con el hermano en falta. Es un método cargado de caridad.

Apoyar a los Coordinadores de la comunidad.
No hay coordinador perfecto. Sin embargo, dios a través de la comunidad, le dio la responsabilidad y la autoridad para construir y sostener la unidad de la comunidad. En oportunidades, los coordinadores, debe resolver conflictos mediando entre miembros que lo generaron o son inmaduros. Nada grato, por cierto. Además, deben realizar la imposible tarea de que todos estén contentos. ¡Ni Jesús lo logro!
Por eso, se protege la comunión cuando se honra, ayuda y estima a los coordinadores de la comunidad. El desafío; proteger y promover la unidad de la comunidad. ¿Qué se está haciendo para hacer que la comunidad sea más cálida y fraterna? Hay personas que en la comunidad a la que pertenecen esperan que alguien los ame. Todos necesitamos de amor. ¡Construyamos la comunidad, ayudando a los coordinadores, y todos experimentaran el amor de Dios derramado en los corazones!

Actitudes negativas:

Individualismo:
Es la propuesta del mundo de hoy, en el que se subraya el individuo, y niega el ser persona. Todos somos individuos, es lo que hace que cada uno sea diferente al ser del otro, cerrados en nosotros mismos, un todo claramente identificable. El ser persona hace que nos relacionemos con los demás, por estar abiertos con la oportunidad de encontrarnos con el otro, compartir sentimientos, dialogar, escuchar, sentir-con, amar. El individualismo hace que el hombre se cierre sobre sí mismo, conduciéndolo a un pragmatismo, individual, donde el compartir vale en medida en que sirva para uno mismo. De este modo cada uno se transforma en consumidor del otro. El individualismo impide la concreción de la vida comunitaria. A quienes piensen en sí mismos, en sus gustos, comodidades, propios proyectos, se le hará imposible la vivencia de la vida comunitaria.

Pesimismo:
Algo sumamente negativo para una vida comunitaria son las personas pesimistas. Todo lo ven negro. Ante una propuesta positiva, de cualquier índole, siempre ponen palos en la rueda, argumentan que este no es el momento, que no se puede, que no va a dar resultado, que no hay entrega. Son personas que cortan las alas a los sueños y proyectos, y con esto se derrumba la comunidad.

Tristezas y pálidas:
  Hay personas que con actitudes que distan mucho de la experiencia de cristo resucitado, solo llevan al seno de la vida comunitaria temas negativos. El mundo está lleno de tristezas y pálidas. Los cristianos debemos vivir de un modo nuevo, diferente, con la alegría que genera la resurrección del señor. Las personas que solo se involucran en noticias tristes hacen que la comunidad no sea atractiva.

Miembros con oportunidad de crecimiento que exigen igual respuesta de otros:
Hay quienes habiendo tenido la oportunidad de crecimiento, de experiencia por los años trascurridos, exige a los demás la misma capacidad de entrega. Esto es una causa que ah enfermado a muchas comunidades. Es una profunda inmadurez, que denota incapacidad de empatía, de ponerse en el lugar del otro. Todo necesita un proceso, un tiempo que permita el crecimiento. Además, nada es igual entre las personas. Por esto, también debemos cuidarnos mucho de las comparaciones. La única comparación que cada uno debe realizar, es la de la propia entrega con la de Jesucristo, y analizar cuanto aún nos falta.

Celos:
Los celos destruyen comunidades. Los celos que, a veces, se mezclan con las envidias, generan relaciones difíciles, en las que deben cuidarse mucho las susceptibilidades. Los celos frenan a las personas que tienen capacidades para ciertos temas, no desarrollándolos por miedo a que otros se sientan incomodos. Cuando existe posibilidad, a las personas celosas y envidiosas hay que enviarlas o integrarlas en comunidades o sub comunidades diferentes.

Falta de liderazgo:
 Este aspecto es uno de los más dolorosos para una vida comunitaria. La falta de líderes, se identifica con la pérdida del motor conductor, de quien marca y recuerda permanentemente la meta a alcanzar. Mucha gente – en la figura de un tren- son vagones, pero la vida comunitaria, además de los vagones con las diferentes finalidades y capacidades de cada uno, se necesita una máquina que los conduzca a destino. Este es el fin del líder.

Cansancio de líderes:
  A los líderes hay que cuidarlos, acompañarlos, apoyarlos, ayudarles, para que no se cansen. Los líderes no necesitan puestos para actuar como tales. Son verdadera levadura en la masa. Una comunidad mantiene su vivacidad en medida que cuide a sus líderes.

Ausencia de convocatorias y/o falta de respuestas a estas:
  Es claro que “camino que no se recorre, se llena de yuyos”. Si una comunidad no se reúne, no genera espacios de encuentro, indefectiblemente muere. Los miembros que no responden a las convocatorias morirán en la inserción comunitaria. Nadie que viva aislado podrá crecer en la fe, ni en una relación  de amor con los demás ni en la relación de fe con los demás, estos son dos elementos esenciales para el sostenimiento de la integración comunitaria.

Ausencia de fiestas:
 Una comunidad que no tiene motivos para festejar deberá plantearse si tiene motivos para vivir. La vida implica celebrar y festejar. Hasta se festeja el mismo hecho del don de la vida. Una comunidad tiene sobrados motivos para celebrar. El mismo hecho de ser comunidad genera fiesta.

 Quiera Dios que todas las comunidades cristianas puedan mantenerse vivas en la lucha contra estas diferentes plagas que pueden arruinar  la vida en común. Cada comunidad debe ser un pulmón en la perseverancia del camino de todo hogar nuevo.   

Conclusión:
La comunidad es el reflejo de las personas que la componen. Como son los miembros de la comunidad así se muestra ella. ¿Quieren conocer su propia comunidad? Mírense al espejo, indaguen en el interior de ustedes conózcanse a sí mismos, y allí tendrán un fiel reflejo de la comunidad que están construyendo.


Luciana Vilte Martín | Agustín Gogol 

lunes, 3 de agosto de 2015

Las Virtudes

Según el YOUCAT una virtud es: una actitud interior, una disposición estable positiva, una pasión puesta al servicio del bien.
La virtud para que sea virtud tiene que ser habitual, y no un acto esporádico, aislado. Es como una segunda naturaleza a la hora de actuar, pensar, reaccionar, sentir. Lo contrario a la virtud es el vicio, que es también un hábito adquirido por la repetición de actos contrarios al bien.

Ser perfectos como nuestro padre celestial es perfecto (mateo 5,48).

Es decir tenemos que transformarnos hacia DIOS. Con nuestras fuerza humana solo somos capaces parcialmente, pero DIOS apoya con su gracia las virtudes humanas y además nos regala también las virtudes teologales con cuya ayuda alcanzamos con seguridad el camino hacia el Espíritu Santo.
¿Por qué Dios no da las virtudes? Dios nos dio estas virtudes para que seamos capaces de actuar a lo divino, es decir, como hijos de Dios, y así contrarrestar los impulsos naturales inclinados al egoísmo, comodidad y placer.

Hay dos tipos de virtudes:
ADQUIRIDAS:
  1. -          TEMPLAZA.
  2. -          FORTALEZA.
  3. -          JUSTICIA.
  4. -          PRUDENCIA.

INFUNDADAS:
  1. -          CARIDAD.
  2. -          FE.
  3. -          ESPERANZA.

Actividades:
1 Juego del afiche: pasa un chico mueve la bolsa saca una palabra y la coloca donde le parece que va. Explicándola porque la puso ahí.
2 Juegos de preguntas:  caridad- ¿hacia quien?.  Fe- ¿como la alimentas?.  Cuál es la esperanza del cristiano.
3 Pregunta a los chicos: ¿porque creen ustedes que DIOS nos dio las 3 no 2 o 1?
4 Leer el cuento y hacer las preguntas.

CUENTO: “Las 3 piedras”
Cuentan que el primer árabe que cruzó el desierto se encontró junto a una cueva con un anciano de aspecto venerable que le preguntó:
— Joven, ¿A dónde vas?
— Quiero cruzar el desierto.
El anciano quedó pensativo un momento y añadió.
— Deseas algo difícil. Para cruzar el desierto te harán falta tres cosas. Toma estas piedras. Este topacio es la fe, amarillo como las arenas del desierto, esta esmeralda es la esperanza, verde como las hojas de las palmeras, y este rubí, es la caridad, rojo como el sol de poniente. Anda siempre hacia el sur y encontrarás el oasis de Náscara, donde vivirás feliz. Pero no pierdas ninguna de las piedras, si no, no llegarás a tu destino.
El hombre se puso en camino y recorrió miles y miles de leguas a través de las dunas amarillentas sobre su camello.
Un día le asaltó una duda:
— ¿No me habrá engañado el anciano? ¿Y si no existiera el oasis que me prometió y el desierto no tuviera fin?.
Ya iba a volverse cuando notó que algo se le había caído sobre la arena. Era el topacio. El joven se bajó para cogerlo y pensó:
— No, no. Tengo que confiar en la promesa del anciano. Seguiré mi Camino.
Pasaron muchos días. El sol, el viento, el frío de la noche le iban agotando. Sus fuerzas desfallecían y ni una palmera ni una fuente se veían por el horizonte sin fin. Ya iba a dejarse caer del camello para aguardar la muerte bajo su sombra, cuando notó que se la caía algo al suelo. Era la esmeralda. El joven se bajo a recogerla y se dijo:
— Tengo que ser fuerte, tal vez, un poco más allá estará el oasis. Si no sigo, moriré sin remedio. Mientras tenga un soplo de vida seguiré.
Continúo el joven el camino, cuando encontró un pequeño charco de agua junto a una palmera. Ya iba a lanzarse sobre el charco, cuando vio los ojos de su camello suplicantes y tiernos como los de un hombre pidiendo, el agua. Pensó entonces que debería tener piedad del animal desfallecido, pues él aún podía resistir, y dejó que bebiera aquellos pocos sorbos.
Cuál no sería su asombro cuando el camello cayó muerto a sus pies. El agua estaba corrompida. En el suelo notó el joven que brillaba el rubí y lo recogió, dando gracias al cielo por haber recompensado su generosidad con el camello.
Al alzar la vista, vio a lo lejos unas palmeras. Era el oasis de Náscara. Al llegar, encontró junto a una limpia fuente, al anciano de la cueva que le sonrió alegremente.
— Has llegado a tu destino puesto que has conservado las tres piedras preciosas. La fe, la esperanza y la caridad. ¡Ay de ti si hubieras perdido alguna, hubieras perecido sin remedio!
El anciano después de darle agua fresca y dátiles, se despidió del joven diciéndole:
— Guarda siempre durante tu vida, junto a tu corazón, el topacio, la esmeralda y el rubí. Así llegarás hasta el paraíso. Nunca los pierdas.

Preguntas del cuento:
  1. ¿En qué se parece la vida de un hombre a la de quien quiere cruzar un desierto?
  2. “Tengo que confiar en la promesa del anciano”: ¿En quién confía cada uno? ¿Y en qué?
  3. Seguiré mi camino... mientras tenga un soplo de vida, seguiré: ¿En qué situaciones hemos dicho lo mismo o nos gustaría decirlo?
  4. Ha llegado al oasis, pero tiene que seguir caminando hasta el paraíso, aquel que estaba al principio y sólo encontraremos al final. ¿Qué piedras lleva cada uno en ese camino? ¿Cómo las conserva?

Roberto Pereyra | Gisel Vicentini | Milagros Sisterna