1-ACTIVIDAD
MOTIVADORA
Pensar
¿Cuál fue el momento en que vivimos nuestra conversión más fuerte y cuál fue
nuestro pequeño logro más reciente en relación a ésta? Compartir la experiencia
brevemente si se desea.
2-TEXTO
DE APOYO ¿Qué es en realidad la
conversión?
La
conversión es un don de Dios, obra de la Trinidad; es el Espíritu que abre las
puertas de los corazones, a fin de que los hombres puedan creer en el Señor y
"confesarlo"(cf. 1Cor 12,3) De quien se acerca a Él por la fe, Jesús
dice: “Nadie puede venir a mi si el Padre que me ha enviado no lo atrae. (Jn
6,44)
No
podemos crecer en el encuentro con Cristo, penetrar en el interior de la
verdad, sin la acción del Espíritu Santo, que nos enseñó todo y nos recuerda
permanentemente la Palabra de Dios.
Sin
el Espíritu somos personas con visión mundana, individualistas, materialistas,
y egoístas, en cambio con el Espíritu vamos viviendo y actuando como Cristo lo
haría en nuestro lugar.
El
anuncio de la Palabra de Dios tiende a la conversión cristiana, es decir, a la
adhesión plena y sincera a Cristo y a su Evangelio mediante la fe.
La
conversión se expresa desde el principio con una fe total y radical, que no
pone límites ni obstáculos al don de Dios. Al mismo tiempo, sin embargo,
determina un proceso dinámico y permanente que dura toda nuestra existencia,
exigiendo un esfuerzo continuo por pasar de la vida “según la carne” a la “vida
según el Espíritu” (cf. Rom 8, 3-13). La conversión significa aceptar, con
decisión personal, la soberanía de Cristo y hacernos discípulos suyos.
Convertirse
no es hacer algunas reformas en nuestras vidas, no es comenzar a mejorar o
dominar nuestro mal carácter, ni rezar un poco más por la mañana o hacer algún
acto de caridad más. Tal vez éstos sean frutos de una gran conversión, pero no
son la conversión.
Convertirse
es cambiar de meta, no solo de camino. Enamorarse de nuevo, cambiar la pasión
dominante, el sentido de la existencia, y poder decir como San Pablo, después
de la conversión “Mi vivir es Cristo”.
Es
necesario pues, renovar constantemente el encuentro con Jesucristo Vivo, camino
que nos conduce a la conversión permanente. No podemos predicar la conversión,
si no nos convertimos nosotros mismos cada día. Desde este encuentro con
Cristo, se podrá amar, también a su Esposa, a quién Él tanto ama: la Iglesia. Esto
implica también, amar la misión para la cual Dios nos llamó: evangelizar al
hombre desde su realidad familiar.-
3-REFLEXION
DEL TEXTO
(ESPACIO
PARA DEBATIR Y COMPARTIR)
a)
¿Qué interpretamos nosotros cuando decimos que la conversión es un don de Dios,
y es el Espíritu quien abre las puertas de los corazones?
b)
¿Cómo debe ser nuestra conversión? y qué significa pasar de la vida de la carne
a la vida del Espíritu?
c)
¿Por qué la conversión no se da una vez para siempre sino que es un proceso
dinámico que dura toda nuestra vida?
d)
¿Que nos pide Jesús en este momento?
CONCLUSIÓN
"El
tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca. Convertíos y creed en la
Buena nueva" Estas palabras de Jesús con las que comenzó su ministerio en
Galilea deben seguir resonando en nuestros oídos ya que son una llamada a
profundizar en la propia vocación cristiana, y nos impulsan a responder con
prontitud a Cristo, con una conversión personal más decidida y al mismo tiempo
nos estimulan a una fidelidad evangélica cada vez más generosa.
La
conversión favorece a una vida nueva en la que no haya separación entre la fe y
las obras.
Superar
la división entre fe y vida es indispensable para que se pueda hablar
seriamente de conversión. Para ser
verdadero discípulo del Señor el creyente ha de ser testigo de la propia fe,
pues el testigo no sólo da testimonio con las palabras sino con su vida.
La
auténtica conversión debe prepararse y cultivarse con la lectura orante de la
Sagrada Escritura y la recepción de los Sacramentos de la Reconciliación y la
Eucaristía.
El
encuentro con Cristo nos lleva a reproducir en nosotros su modo de vestir,
comer, viajar, predicar y por sobre todo amar y pensar como El.
La
conversión es dejar un Cristo que tiene una distancia, para asumir un Cristo
dentro de uno. La conversión en esta tierra nunca es una meta plenamente
alcanzada, en el camino que el discípulo está llamado a recorrer siguiendo a
Jesús, la conversión es un empeño que abarca toda la vida. Es imprescindible no olvidarse que Cristo es
centro y eje de la vida si se vive en estado permanente de conversión, aunque
se haya tenido una experiencia fuerte de Cristo. Se puede comparar este proceso
de conversión con un automóvil, al que se lo hace alinear y balancear. El
rodaje exigirá que no sea una práctica definitiva, sino periódica. Hacer la
opción de que Cristo sea el eje y centro de la vida, es un momento fuerte de
conversión en uno, pero el caminar y andar en lo cotidiano exigirá un balanceo
periódico, sino se desequilibra la relación entre eje y elemento a girar en
torno a Él. La conversión es algo más
profundo y transformante. Es llegar a enamorarse de tal modo de Cristo que nos
compromete toda la vida, y ya no se la entiende sin Él. (P Ricardo)
BIBLIOGRAFÍA
Documento
Redemptoris Missio: San Juan Pablo II
Exhortación
Apostólica Ecclesia in América(Camino para la conversión) San Juan Pablo II
Familia
Rostro de Dios: Padre Ricardo Facci
Yamila Romanini | Facundo Budin | Andrés Boretto





