jueves, 1 de junio de 2017

Conociendo mi Juventud

La juventud (del latín iuventus) es la edad que precede inmediatamente a la edad adulta y se sitúa después de la infancia. La Organización Mundial de la Salud postula que la juventud comprende en general un rango de 12 a 32 años, pero también ha sido definida desde aproximaciones demográficas, sociales, psicológicas, culturales y otras. Es una etapa caracterizada por cambios y readaptaciones constantes, afectada por tres escenarios: la realidad de su origen (lo vivido y aprendido en una familia, costumbres, hábitos, “de dónde vengo”); la realidad actual (“donde estoy”), la inquietud acerca del futuro (hacia dónde voy?). Teniendo en cuenta esto, el joven comienza a tomar decisiones y gradualmente a ser un individuo independiente.
Ahora bien, los Hijos de Hogares Nuevos que transitamos la juventud, no podemos evitar agregar un escenario más: la realidad espiritual en la juventud. Éste escenario repercute de manera directa en los tres anteriores, y recíprocamente. Es por eso que nuestra espiritualidad también se ve afectada por cambios y readaptaciones, acompaña la gran transición de independencia y lo que conlleva: dudas, errores, descubrimientos, decisiones, etc; Y la fe puede pasar por momentos de extrema lucidez, compromiso y oración a períodos de desgano, dudas y desesperanza. Todo esto, propio de una grandiosa etapa, propio de un corazón joven, inquieto por el misterio de Dios, inquieto por la realidad, buscando equivocarse poco y movilizado por grandes ideales.
“…En cada época, también en nuestros días, numerosos jóvenes sienten el profundo deseo de que las relaciones interpersonales se vivan en la verdad y la solidaridad. Muchos manifiestan la aspiración de construir relaciones auténticas de amistad, de conocer el verdadero amor, de fundar una familia unida, de adquirir una estabilidad personal y una seguridad real, que puedan garantizar un futuro sereno y feliz. Al recordar mi juventud, veo que, en realidad, la estabilidad y la seguridad no son las cuestiones que más ocupan la mente de los jóvenes. Sí, la cuestión del lugar de trabajo, y con ello la de tener el porvenir asegurado, es un problema grande y apremiante, pero al mismo tiempo la juventud sigue siendo la edad en la que se busca una vida más grande. Al pensar en mis años de entonces, sencillamente, no queríamos perdernos en la mediocridad de la vida aburguesada. Queríamos lo que era grande, nuevo. Queríamos encontrar la vida misma en su inmensidad y belleza. Ciertamente, eso dependía también de nuestra situación. Durante la dictadura nacionalsocialista y la guerra, estuvimos, por así decir, “encerrados” por el poder dominante. Por ello, queríamos salir afuera para entrar en la abundancia de las posibilidades del ser hombre. Pero creo que, en cierto sentido, este impulso de ir más allá de lo habitual está en cada generación. Desear algo más que la cotidianidad regular de un empleo seguro y sentir el anhelo de lo que es realmente grande forma parte del ser joven. ¿Se trata sólo de un sueño vacío que se desvanece cuando uno se hace adulto? No, el hombre en verdad está creado para lo que es grande, para el infinito. Cualquier otra cosa es insuficiente. San Agustín tenía razón: “nuestro corazón está inquieto, hasta que no descansa en Ti…[1]” (Vaticano, 6 de agosto de 2010 “Fiesta de la Transfiguración del Señor” – Benedicto XVI)

Benedicto XVI describe claramente las aspiraciones de un joven. Siendo o no, practicantes de alguna religión todos los jóvenes sentimos cierta inquietud por el mañana y quizás ya nos hemos imaginado. Nos hemos imaginado cómo queremos vivir, que estándar de vida queremos alcanzar, qué elementos materiales deseamos tener, dónde queremos vivir, en fin: qué queremos ser.  Pero los que tuvimos una experiencia cercana a Dios, tal vez comprendemos mejor la importancia del ser; sabemos que el SER, siempre está sobre el tener (tener una casa, familia, mascota, etc.) como resaltaba el papa emérito: “Desear algo más que la cotidianidad regular de un empleo seguro y sentir el anhelo de lo que es realmente grande forma parte del ser joven”. Por lo tanto la mirada hacia el futuro tiene un ideal más profundo.  Buscamos el ideal de una vida plena, saliendo de lo ordinario, la rutina y la mediocridad para convertirlo en algo extraordinario.
En palablras de Benedicto XVI: “…La juventud sigue siendo la edad en la que se busca una vida más grande”.
Lo importante entonces es comenzar desde hoy a cultivar, crear y moldear la vida y la persona que ideamos ser; y la pregunta que surge desde aquí es: ¿Cómo? ¿Cómo logro edificar un futuro estable, en medio de tanta inestabilidad? (Inestabilidad en mi realidad, en mi vida espiritual, en la transición propia de mi juventud).

Partir de la realidad de quienes somos, para definir hacia dónde vamos…
“…Para que podamos proponernos objetivos alcanzables de largo plazo, es imprescindible una dosis equilibrada de realidad que nos ayude a comprender el entorno, nuestras oportunidades y limitaciones. Y por extraño que parezca esa capacidad comienza con el autoconocimiento, es decir, hay que recorrer el camino desde adentro, hacia afuera. (…)
La principal y más difícil tarea del ser humano es conocerse a sí mismo, porque es la base sobre la que se asienta, nada menos, que la construcción de nuestra vida. Allí encontraremos las mejores cualidades y podremos trabajar para corregir las flaquezas. Si era importante ya para los griegos, lo es mucho más en estos tiempos, cuando el afuera nos aturde y nos ofrece miles de alternativas para consumir, conocer, utilizar y acumular, que difícilmente contribuyan a fortalecernos como personas, sino más bien a confundirnos…[2].

Conocernos preguntándonos: ¿dónde debo mejorar? ¿Cómo? ¿Para qué? Y partir entonces encaminarnos hacia nuestro ideal, desde lo que somos y tenemos. Sabernos tan humanos pero a la vez, destinados a grandes cosas. Pedes in terra ad sidera visus: Los pies en la tierra, la mirada en el cielo"

Auto - Análisis F.O.D.A
El análisis F.O.D.A o D.A.F.O es la sigla utilizada en el ámbito empresarial, para referirse a una herramienta analítica de la realidad de la empresa o negocio. Luego del análisis objetivo de las: Fortalezas, Oportunidades, Debilidades y Amenazas se actúa en consecuencia, buscando mejorar la calidad del servicio ofrecido.  
También es utilizado en el auto-análisis, para conocer desde estas características la realidad de la persona que lo requiera. La utilizaremos con éste objetivo: “auto-conocimiento y descripción de mi realidad”, teniendo en cuenta el escenario espiritual y buscando a partir de ello actuar en consecuencia.

FORTALEZAS:
Dios nos creó a su imagen y semejanza. Nos regaló dones y capacidades individuales. Algunos pueden ser asombrosos, otros simples gestos y modos de nuestra personalidad, pero que en el diario vivir nos caracterizan y fortalecen. A medida que los vamos poniendo al servicio, se multiplican y nos ayudan a crecer. ¡Seguro son muchos! y quizás todavía no descubrimos todos. ¿Podría hacer una lista de ellos?  

OPORTUNIDADES:
Se trata del dónde y del cómo explotar estos dones. ¿Dónde puedo hacer el bien con lo que tengo? ¿Dónde puedo utilizar y acrecentar lo bueno? El abanico de oportunidades que aparecen seguramente es infinito. Dios se encarga de acercarnos a momentos, tareas, lugares, donde la necesidad está y quizás sólo queda responder. (Ej.: comunidades, trabajo, entidades públicas y/o religiosas, equipos de trabajo, carrera universitaria, etc.) 

DEBILIDADES:
Aquí nos toca resaltar nuestra esencia humana. La otra cara de la moneda. Lo que frena a mis fortalezas y resta las oportunidades. Es importante conocer las cualidades de mi personalidad que no suman al crecimiento. Debemos intentar conocerlas en profundidad para trabajar en ellas sin dejar que nos desmotiven y echen al desgano. Cuando esto sucede dejamos claramente que funcionen como debilidad. Las debilidades son propias del andar y surgen al andar. Ahí es donde las descubrimos. (Ej.: Desmotivación, impaciencia, baja estima, soberbia, etc.).

AMENAZAS:
Las amenazas a diferencia de las debilidades, son situaciones externas que se presentan en el camino y no suman a nuestro crecimiento. Lo importante es descubrir cuáles son y cómo actuar para que influyan poco.  (Ej.: Situaciones, personas, tentaciones, etc.)

Pensemos en cada uno de nosotros. ¿Cada tanto “frenamos la pelota” para reflexionar sobre estos aspectos de nuestra personalidad? Como seguramente todos pensamos, la velocidad en la que vivimos, no nos deja pensar sobre estas cuestiones.

Resulta acertada la frase de la canción que dice: “Por eso no hay que olvidarse, y a veces hay que parar, que de tanto galopar, el polvo suele engañar y el caballo desbocarse[3]”.

El Auto – Análisis F. O. D. A, es una de las tantas herramientas que favorecen el conocimiento y crecimiento personal, pero hay muchas otras. Es necesario que siempre encontremos modos y momentos para profundizar en nuestra realidad de hijos, jóvenes, estudiantes, amigos, hermano, etc.
“…Nunca se nos explica que para adquirir conocimiento es necesario esfuerzo y tiempo, que el cuerpo humano cumple un proceso natural y que la vejez no es un castigo, sino la consecuencia inevitable de haber vivido. Nuestra cultura nos empuja y no nos da tiempo para pensar en nosotros mismos. Por eso, es preciso encontrar esos espacios de soledad e introspección, imprescindibles para que aflore el ser que realmente somos. Para ello no necesitamos aislarnos, basta con tener una actitud de búsqueda permanente y con saber aprovechar las oportunidades que se nos presentan, por ejemplo, cuando esperamos en algún consultorio, durante algún viaje, cuando salimos a caminar o, simplemente, mientras tomamos un café…[4]”.

Más aún, los que iniciamos un camino de amistad con Jesucristo, estamos o debemos estar en constante reflexión: "La conciencia es el núcleo más secreto y el sagrario del hombre, en el que éste se siente a solas con Dios, cuya voz resuena en el recinto más íntimo de aquélla"[5]. Porque la mirada de Él refleja claramente lo que soy y significo en el mundo, porque me conoce desde el momento que fui llamado a la vida y tiene contado cada uno de mis cabellos. Cuanto más profundizo mi oración y mi relación con Dios, más profundizo en la relación conmigo mismo.

[1] Benedicto XVI, Vaticano, 6 de agosto de 2010 “Fiesta de la Transfiguración del Señor”.
[2] Ernesto Altea. Pag, 188-189. Cap 14: “Idealismo, Realismo y Agente de Cambio”. Nuevos Líderes.
[3] Bersuit Vergarabat. La Revuelta. No te olvides del ayer.
[4] Ernesto Altea. Pag, 188-189. Cap 14: “Idealismo, Realismo y Agente de Cambio”. Nuevos Líderes.
[5] Gaudium Et Spes 16.



Actividad: Realizar el Auto – Análisis F.O.D.A. Si lo hacemos en comunidad, darnos un espacio para que cada uno lo realice de manera personal y luego compartirlo.
Además, jugamos al “Dime que soy” utilizando diferentes virtudes. Luego, una vez que adivinábamos cual virtud éramos, teníamos que compartir si nos sentíamos identificados con ella o con alguna otra. Esto nos sirvió para ahondar más en el conocimiento sobre nosotros mismos.


Luciana Vilte |  Laura Bessone | Matías Seewald