lunes, 27 de febrero de 2017

Arrancamos un nuevo año!

¡¡¡Bienvenido 2017!!!

Se realizó la primera reunión del año, el objetivo fue dar la bienvenida a los nuevos integrantes del grupo y poder conocernos, se realizaron dos dinámicas para soltarnos un poco.
El primer juego consistía en que los hijos se paren en una línea recta, marcada a través de una cinta (de papel) con la finalidad de ordenarse alfabéticamente sin que ellos supieran, cuando se les informo de esto, la condición fue: no dejar de pisar la línea. Luego, nos ordenamos de mayor a menor, solo para renegar un rato más.
Luego de que termino la primera dinámica, los participantes se sentaron en círculos, paso seguido se les entrego un papel con una estrella que dentro de ella se les hiso colocar su nombre y en las puntas una característica personal (en lo posible una palabra o numero) para que el resto adivine que significa haciendo preguntas concisas con respuestas de sí o no. ¡Algunos fueron muy ingeniosos y costo adivinar!!
Mientras compartíamos unas ricas pizzas realizamos el siguiente trabajo:

Hijos de Hogares Nuevos y su compromiso con la sociedad
Premios y Castigos como motor de la cooperación.
En el ámbito de la economía experimental existe un juego llamado “Bien Público” y funciona de la siguiente manera:
Supongamos que hay cinco jugadores que al principio reciben 10 pesos cada uno. Pueden elegir entre guardarse todo el dinero, o donar una fracción para fondear un proyecto común.
La peculiaridad es que, por cada peso cedido por alguno, todos los integrantes perciben 40 centavos.
Así, si cada jugador cediera, por ejemplo, 5 pesos, todos terminarían con 15 pesos.
¿Cómo? Empiezo con 10 pesos, dono 5, me quedan 5. Pero en total se donaron $25. Y como por cada peso cedido cada uno recibe 40 centavos, ahora recibo 10 pesos. Está claro que cuanto más generosos son todos, mejor es el resultado final.
Sin embargo, la trampa radica en que, si uno se hace el vivo y no entrega nada, igual recibe los 40 centavos por cada peso donado por el resto. ¿Se entiende?
De esta manera, si cuatro de los cinco participantes donan 5 pesos, y el quinto no dona nada, en total se juntan 20 pesos. Como por cada peso cedido, cada uno recibe 40 centavos adicionales, se le entregan a cada uno 8 pesos adicionales.
Entonces: los cuatro que donan terminan con 13 pesos y el que no donó, termina con 18 pesos.
Como ves, el que usa la “viveza criolla” puede terminar mejor que los demás. Es injusto, pero así funciona el juego. Y también otras cosas.

Ahora salgamos por un instante de los experimentos. Pensemos, por ejemplo, que con las donaciones se está contribuyendo a construir espacios verdes, o con los impuestos a equipar hospitales, o que la porción entregada equivale a un esfuerzo personal para cuidar el medio ambiente.
La similitud es clara: si el resto paga por tener una plaza cuidada o por tener mejores hospitales o contaminar menos, el que no contribuye, igual se beneficia. ¿Te suena familiar?
Pero hay un inconveniente adicional. Cuando el juego se hace una sola vez, se aprecia que el nivel de cooperación es en promedio de un 50%, con algunos que se hacen los vivos,  y no donan nada.
Y a medida que el juego se repite comienza a ocurrir algo más: la cooperación empieza a reducirse en forma paulatina. Así, al cabo de 10 rondas, la mayoría de los participantes no contribuye en nada, y el resto lo hace en menor medida.
El promedio aportado se reduce de un 50% a menos del 15%.
Es como si las personas, en lugar de aprender que cooperando estarían mejor, vieran que es posible salirse con la suya sin colaborar, ¡aunque el resultado general sea que todos terminan peor!
Sin embargo, sólo se necesita de una variante en las reglas para que la conclusión se vea alterada. En la ronda número 11, se les anuncia a los jugadores que van a tener la posibilidad de castigar a los vivos si pagan un costo individual.
Es decir que, por ejemplo, alguien puede pagar 2 pesos para poder castigar a otro que no quiso colaborar con el bien común.
Automáticamente, la cooperación sube al 65%. Y lo más llamativo es que los castigos se utilizan con asiduidad y en las rondas subsiguientes la cooperación se eleva de manera permanente hasta superar el 90%.
¿Te das cuenta de cómo funcionan y qué resultados obtienen las sociedades individualistas y egoístas en las cuales no se castigan las faltas? ¿Me dejás adivinar en qué país estás pensando?


Para reflexionar:
  1. ¿En qué situaciones sabes que lo que estás haciendo está mal, pero igual lo haces porque el resto lo hace?
  2. ¿Hay situaciones en las que te sentís el tonto por actuar bien cuando nadie lo hace?
  3. ¿A veces sentís que no se premia el esfuerzo?
  4. ¿Sentís que hacer las cosas bien o mal a veces dá lo mismo?
  5. ¿Identificás situaciones en las que no exista castigo ante las cosas que están mal?
  6. ¿Pensás que está bien la llamada “viveza criolla”? Identificá alguna situación donde hayas actuado de esa manera.
  7. ¿Influye en tu accionar el hecho de que seas un Hijo de Hogares Nuevos?
Una vez terminado de leer el texto empezamos a charlar con los chicos en busca de unas respuestas, por las cuales surgieron muchas, pero podríamos dejar bien en claro la siguiente respuesta:
A pesar de las diferentes situaciones en las que nos encontremos siempre tenemos que pararnos y pensar ¿que haría Cristo en mi lugar? También suele pasar que nos sentimos tontos al hacer un acto de bien y sentir que otros nos juzgan y se rien de nosotros, pero en esos casos no nos tenemos que sentir mal ya que hicimos lo correcto. A veces podemos pensar que hacer las cosas mal o bien da lo mismo, que no afecta a nada ni nadie, si esa es nuestra manera de pensar, será mejor que nos pongamos a reflexionar al respecto, ya que el cambio comienza por uno acompañado con Cristo. Si nos encontramos en una situación en la que no se corrija el mal, vayamos y corrijamos ese acto malo. 


¡También festejamos el cumple de Lucas Carnino, con una super chocotorta!!





Yamila Romanini | Agustin Psenda | Matias Seewald