lunes, 30 de marzo de 2015

Jesús: Camino, Verdad y Vida

VII Congreso Internacional Hijos de Hogares Nuevos


TESTIMONIO: “El valor de contar con una comunidad universitaria de HHN”

Hola mi nombre es Agustín Cuesta, soy de la región Patagonia, de Santa Rosa, La Pampa y hace casi cuatro años estoy estudiando administración en Córdoba. Formo parte del movimiento hace alrededor de diez años y tuve la oportunidad de hacer los encuentros desde el despertar hasta el vivir, además de haber hecho la jornada de crecimiento y hoy ser animador. Pero hoy vengo a dar mi testimonio y hablarles del valor de formar comunidades universitarias de hijos de Hogares Nuevos.

La comunidad de Córdoba es relativamente nueva, comparada con otras comunidades de universitarios, la formamos hace poco más de un año. Recuerdo todavía la primera reunión donde se planteó y se discutió sobre la forma en que íbamos a trabajar, cuando nos íbamos a juntar, cómo nos íbamos a comunicar. En fin le dimos comienzo a esta hermosa comunidad a la que hoy estoy orgulloso de pertenecer.

Nuestra comunidad está compuesta por alrededor veinticinco personas, pero lo particular es que ninguno es de Córdoba capital, sino que cada uno es de una ciudad distinta, hasta de regiones distintas! Tenemos integrantes del NOA, del NEA, de Centro-Cuyo y de Patagonia! Somos todos totalmente diferentes, pero como dice el dicho: en la diversidad está la riqueza. La comunidad nos brinda la posibilidad del enriquecimiento mutuo porque se conoce y se comparte la experiencia de otros.

Nosotros, estos veinticinco “locos”, nos reunimos cada dos semanas en el departamento de alguien para compartir una dinámica que proponen dos de los integrantes que son los organizadores de la reunión. 

Debido a que siempre había alguien que no podía asistir, y no había ningún día en el que coincidamos todos para reunirnos hemos implementado un sistema en el que nos reunimos un día miércoles y a los quince días nos reunimos un jueves. De esta forma, fomentamos la participación de la mayoría sin excluir a nadie, porque todos debemos sentirnos invitados. No hay que obligar a nadie a que concurra, pero es importante que todos se sientan invitados. Que todos nos sintamos invitados por Dios.

Pero después de esto, ¿Qué es para mí una comunidad de hijos universitarios de hogares nuevos?

La comunidad es la expresión de la posibilidad de compartir con otros nuestras necesidades, nuestros problemas, nuestras tristezas, pero a la vez también, nuestras alegrías, nuestros logros y nuestros objetivos alcanzados. 

Participar de una comunidad universitaria de hijos, así como de cualquier comunidad de Hogares Nuevos, nos da un sentido de pertenencia porque nos da participación y la oportunidad de opinar, de expresarnos, de evaluarnos en el día a día, pero fundamentalmente nos amplía el horizonte en un profundo sentido comunitario.

Por ejemplo, mi hermano mayor, Emmanuel, nunca quiso hacer un encuentro de hijos, pero a partir de la comunidad universitaria, de ver nuestra alegría al juntarnos, de nuestras anécdotas, quiso participar y ser parte él también de esto. Por eso este año decidió hacer el encuentro vivir y le encantó, y hasta puedo decir que se arrepiente de no haber hecho los encuentros anteriores. Pero hay que tener en cuenta que cada uno tiene su tiempo, que el señor nos llama a cada uno en un momento determinado, y ahí es cuando ya no podemos decir nada más que sí. Para cuando te das cuenta ya te comprometiste, ¡ya estás jugado! Pero qué lindo es verlos hoy a todos ustedes jugándosela por Cristo.

Y ya que recién les comentaba esto de las anécdotas, de las alegrías, de las risas en las reuniones, les quiero decir que es importantísimo para una comunidad poder reírse juntos, porque nos barre sufrimientos y asperezas. La risa es algo humano, es algo natural. Cuando las personas están serias, se ponen tensas. La risa nos relaja, nos libera, hace que podamos sacar todo lo que hay dentro de nosotros, nos hace compartir verdaderamente lo que sentimos. Hay comunidades de Hogares Nuevos en las que cada año celebran la fiesta de su aniversario, su cumpleaños según su historia, el aniversario en que Dios le dio inicio. Es bueno recordar a los primeros que iniciaron la comunidad, por eso, hoy no me quiero olvidar de María Pía Faggiani, Micaela Psenda y Agustín Gogol que fueron los que la remaron desde el primer momento y aún hoy lo siguen haciendo.

Ahora, ¿Por qué hacer comunidades universitarias? Porque estamos llamados a pertenecer, no sólo a creer. Dios nos dice “No es bueno que el hombre esté solo”. Nos creó para vivir en comunidad. Pero no solo para asistir, para ir por ir… La diferencia entre un asistente a la comunidad, y un verdadero miembro es el compromiso.

Es como cuando comemos un bife a caballo, para los que no saben, es un bife con un huevo arriba. La vaca se comprometió, está ahí, se sacrificó para estar ahí. En cambio la gallina no, la gallina solamente es una asistente. Los asistentes son consumidores, los miembros son contribuyentes. Quien es parte de la comunidad contribuye con sus dones y talentos que Dios le ha regalado. Por esto, es imprescindible no esperar que todos los que uno desea se integren en comunidad, solamente lo harán quienes entienden el sentido cristiano de la misma. Jamás miren el número, lo que importa es que entre los miembros reine Cristo y se palpe en el amor mutuo. En mi caso, hace poco, y ahora con las fechas de parciales se nota cada vez más, hemos llegado a ser solo tres en una reunión, pero eso no impidió que sigamos como si fuésemos quince o veinte.

Algunos esperan de los demás que los otros tengan tal o cual actitud, para hacer más cómoda la comunidad. ¡No!, la comunidad la construye uno. Los demás, también, pero es desde el amor que uno le pone a la relación de la comunidad, donde se construye una visión concreta de los hermanos, de la comunidad.

Cada uno ahora podrá estar preguntándose: ¿cómo podemos hacerlo? Les tengo un par de consejos importantes: 

a.- Primero que nada, subrayar lo que se tiene en común, no las diferencias. En la comunidad compartimos al mismo Cristo, la fe, la esperanza, el carisma, el amor por las familias. En fin, factores mucho más relevantes que cualquier diferencia que podríamos enumerar. La división surge cuando nos enfocamos en las diferencias, en cambio, la unidad se logra cuando nos concentramos en el amor y en cumplir la voluntad de Dios. 

b.- Como segundo consejo es importante ser objetivo en la relación entre expectativas y realidad. O sea ser realistas. Es fácil desanimarse por la distancia entre el ideal y la realidad de una comunidad. Pero quien ama más el ideal de comunidad que a la comunidad real, se convierte en un destructor de la misma.

c.- Como tercer consejo les digo que hay que tomar la decisión de animar antes que criticar. La Palabra de Dios es muy clara en este sentido, insiste mucho en la importancia de no criticar a los miembros de la comunidad, ni compararlos, ni juzgarlos. Siempre debemos alentar a los demás con palabras que animan, que construyen; jamás, derrumbarlos con críticas destructivas. 

d.- Y por último como cuarto consejo: es necesario el trato frecuente. Cultivar la vida en comunidad exige tiempo. Hay que pasar tiempo juntos, para construir relaciones sólidas. Una comunidad no se construye en base a “cuando podemos”, sino con la profunda convicción de que la comunidad es sumamente necesaria para el crecimiento de la fe, el apoyo mutuo y la salud espiritual. Es importante la reunión principal, pero también es bueno reunirnos para rezar juntos, ir juntos a misa y ¿por qué no salir a divertirnos juntos?

Como conclusión, las comunidades universitarias de hijos de hogares nuevos nos dan la posibilidad de amar, rezar y alentar, amonestar y corregir, saludar y servir, enseñar y aceptar, honrar y perdonar, someterse y comprometerse. La verdadera madurez se demuestra en las relaciones con los demás. La comunidad necesita la presencia y el aporte de cada uno. Todos los miembros de una comunidad tienen mucho para aportar a la vida comunitaria y al enriquecimiento mutuo. En la comunidad hay garantías de vida cristiana.

Las comunidades de Hogares Nuevos deben ser signo de alegría y de fiesta. Si son capaces de esto, siempre habrá personas que se integren y se comprometan.

Y como mensaje final les digo: ¡Construyan Comunidades Universitarias de Hijos de Hogares Nuevos! 

Muchas Gracias